Trastornos Alimentarios

Bulimia

El principal síntoma de la bulimia consiste en frecuentes atracones de comida, donde la persona ingiere grandes cantidades de alimento en poco tiempo y toma medidas extremas para evitar el aumento de peso que esto tiene por consecuencia, tales como vómito autoinducido, uso de laxantes, pastillas para adelgazar u otros medicamentos, periodos de ayuno, exceso de actividad física, etc. Con frecuencia, la persona piensa durante gran parte del día en la comida y siente una necesidad irresistible de comer. Al mismo tiempo, tiene gran temor de engordar. La causa típica de la bulimia es una distorsión de la imagen corporal; el/la paciente se pone como meta un peso ideal bajo y condiciona su autoestima al peso corporal. Las consecuencias físicas de la bulimia son la alteración de los electrolitos, con riesgo de variaciones del ritmo cardíaco y hasta paro cardíaco, daño al esófago y la dentadura debido a los frecuentes vómitos y cambios en la función intestinal debido al uso de laxantes.

Tratamiento

Muchas personas que sufren de trastornos alimentarios tienen la esperanza de poder controlar solas su trastorno. Sin embargo, es un hecho que a la base de los trastornos alimentarios generalmente hay causas psíquicas que se deben tratar a través de psicoterapia. De no recibir tratamiento, es altamente probable que el trastorno se vuelva crónico y regrese después de períodos asintomáticos. Sólo los afectados mismos pueden decidir si quieren superar el trastorno alimentario. Esta decisión es una condición importante para el éxito de la terapia.

¿Qué es un trastorno alimentario?

Los trastornos alimentarios afectan una de las actividades más fundamentales y gozosas de los seres humanos: comer es indispensable para el bienestar, el rendimiento físico y mental, el contacto social y, finalmente, para la supervivencia. Todas estas áreas vitales se ven afectadas cuando existe un trastorno alimentario. Desde los albores de la humanidad, las personas se reúnen para comer en compañía. Sin embargo, las personas que sufren de trastornos alimentarios justamente tienen dificultades para compartir comiendo y evitan situaciones en que alguien les pueda ofrecen comida. Comer es habitualmente una de las actividades de las que más disfrutan las personas, pero las que sufren de trastornos alimentarios en general no sienten placer, sino presión, pérdida del control o deseo incontrolable. En resumen, los trastornos alimentarios no sólo afectan la actividad fundamental del alimentarse, sino también la capacidad de disfrutar, el contacto social, el rendimiento mental y físico y muchos otros aspectos.

A primera vista, los diferentes trastornos alimentarios se diferencian bastante entre sí, pero el sufrimiento que hay detrás es muy similar para todos. La meta para cualquiera de ellos es la misma: lograr que el alimentarse recupere la importancia evidente, pero no determinante, en la vida de la persona; que pueda comer relajado/a y disfrutando; comer lo suficiente, pero no demasiado; permitirse comer y hacerlo en compañía.

Lo que tienen en común todos los trastornos alimentarios es que el alimentarse tiene constantemente ocupados los pensamientos y las emociones de la persona afectada. Esto se puede expresar a través de la restricción en la ingesta de alimentos (anorexia nerviosa), en la ingesta excesiva de alimento (obesidad) o en la presencia de atracones (bulimia y binge eating o trastorno por atracón).

Esto puede aterrorizar a quienes sufren la enfermedad y volverlos retraídos o extremadamente agitados.

Causas de los trastorno alimentarios

Los trastornos alimentarios son multifactoriales, es decir, surgen por la compleja conjunción de múltiples factores. Debido a esto, ni la persona afectada ni sus familiares o parejas deberían culparse de la aparición de un trastorno alimentario, porque además ocuparse de buscar al culpable no ayuda al proceso de recuperación. Algunos factores ya no se pueden modificar, pero para la terapia de la persona afectada es importante comprender el origen de la enfermedad y así poder influir positivamente los factores modificables. Algunas causas posibles son:

• Causas biológicas : disposición genética, influencia de determinadas hormonas y/o neurotransmisores, el peso individual está determinado genéticamente.

• Causas individuales: baja autoestima, elevado perfeccionismo, elevada autoexigencia, elevada necesidad de control, baja capacidad para resolver conflictos, experiencias traumáticas, tales como abuso sexual, dificultad para manejar el estrés, problemas de alimentación o sobrepeso en la niñez.

• Causas familiares: trastorno alimentario u otra enfermedad mental en uno de los padres, falta de modelos positivos en relación a la conducta alimentaria o la figura, falta de tradición de debate, represión de las emociones negativas, exceso de responsabilidades para el niño (por ejemplo, después de una separación de los padres), proceso de emancipación problemático ( por ejemplo, exceso de control de los padres sobre el hijo).

• Causas socioculturales: Ideal de belleza imperante difundido por los medios, Abordar el tema de la comida, la figura, el peso y la apariencia entre pares, Compararse, el hostigamiento y los comentarios negativos entre pares

 

Obesidad

Las personas que sufren de este trastorno presentan repetidas ingestas masivas de comida, similares a las personas que sufren de bulimia, con la diferencia que no toman medidas, tales como vómitos auto inducidos, uso de medicamentos o actividad física excesiva, para contrarrestar sus efectos. En consecuencia, suelen tener sobrepeso, pero no necesariamente. Durante los atracones, los afectados ingieren claramente más alimentos que los que ingerirían otras personas en el mismo tiempo. Además sienten pérdida de control, es decir, no pueden detenerse ni controlar lo que comen, y comen mucho más rápido que de costumbre, llegando a una desagradable sensación de distensión abdominal. Incluso sin tener apetito físico, ingieren grandes cantidades de alimentos y luego se sienten culpables, deprimidos y asqueados de sí mismos. Los afectados por este trastorno a menudo evitan comer en compañía por vergüenza a comer mucho, tienen una baja autoestima, generalmente asociada a su peso corporal.

Las personas que sufren de obesidad comen demasiado y sufren por su sobrepeso, pero no están conscientes del trasfondo emocional de su trastorno. Generalmente utilizan la comida para lidiar con emociones negativas como la rabia, el aburrimiento, la tristeza o la soledad. A veces, el aumento de peso sirve inconscientemente para crear una coraza protectora, especialmente cuando se sienten muy afectados por la crítica o el rechazo o cuando se requiere mantener un ambiente de armonía. Sin embargo, suelen ser muy sensibles y emplean la comida como regulador de emociones y sustituto de gratificación.

Generalmente se alimentan en secreto y con frecuencia ocultan o niegan la verdadera cantidad de alimentos que ingieren. A los afectados les resulta difícil percibir la sensación de saciedad y controlar su conducta alimentaria; se sienten a merced de los ataques de hambre. Debido al importante sobrepeso también evitan las actividades físicas, se marginan de actividades sociales y pierden el interés en las actividades que antes les agradaban. Las personas con obesidad suelen sentirse muy cohibidos y tienen grandes dificultades para entablar nuevas relaciones. También pueden sentir vergüenza, rabia, temor, frustración y ánimo deprimido.

Componentes de la terapia

Debido a que los trastornos alimentarios son multicausales y afectan distintas áreas vitales, casi siempre es necesaria la intervención de un equipo multidisciplinario.
Al tratarse de una enfermedad con consecuencias físicas, habitualmente es necesaria la asistencia de un médico familiar o internista. La psicoterapia aborda los síntomas del trastorno alimentario (vómitos, ayuno, atracones, etc.) , otras dificultades psíquicas (autoestima, integración social, etc.) y también permite determinar las causas, así como los beneficios obtenidos, que siempre existen junto a todas las consecuencias negativas. Si los afectados aprenden a lograr estos beneficios de manera sana y libre de síntomas, se puede restablecer el equilibrio psíquico. La intervención de un/una nutricionista entrega información sobre alimentación adecuada y trabaja en la integración de alimentos “prohibidos”. Los estudios demuestran que la terapia cognitivo conductual y la psicoterapia profunda junto con terapia familiar y terapia ocupacional obtienen los mejores resultados.

Anorexia Nerviosa

Las personas que sufren de anorexia nerviosa tienen miedo a engordar y al observar su imagen completa presentan una alteración de la imagen corporal: incluso cuando están evidentemente bajos de peso se perciben como normales o gordos. Se autoimponen un peso ideal muy bajo y a menudo lo corrigen hacia abajo durante el transcurso de la enfermedad. El peso corporal es de suma importancia para su autoestima (“Sólo valgo si soy delgado/a”) y debido a ello se provocan ellos mismos una pérdida de peso hacia el rango de bajo peso. Esta pérdida de peso la consiguen restringiendo la ingesta de alimentos, en el tipo restrictivo, y tomando medidas activas como vómito autoinducido, uso de laxantes, exceso de actividad física, etc., en el tipo purgativo.

Como consecuencia de este trastorno alimentario se producen alteraciones hormonales que llevan a la ausencia de menstruación en las mujeres y a pérdida de la líbido y virilidad en los hombres. En los jóvenes se retrasa el crecimiento y se pueden presentar una serie de otras molestias, como sentir frío fácilmente, piel y cabello secos, caída del cabello, mareos y agotamiento. La anorexia nerviosa con frecuencia lleva a aislamiento social y a la pérdida de interés en actividades que antes se disfrutaban. Los afectados están permanentemente preocupados por la alimentación y el peso. La idea de modificar su conducta alimentaria y subir de peso les provoca gran angustia y temor.

TRASTORNO POR ATRACÓN (BINGE EATING)

Las personas que sufren de este trastorno presentan repetidas ingestas masivas de comida, similares a las personas que sufren de bulimia, con la diferencia que no toman medidas, tales como vómitos auto inducidos, uso de medicamentos o actividad física excesiva, para contrarrestar sus efectos. En consecuencia, suelen tener sobrepeso, pero no necesariamente. Durante los atracones, los afectados ingieren claramente más alimentos que los que ingerirían otras personas en el mismo tiempo. Además sienten pérdida de control, es decir, no pueden detenerse ni controlar lo que comen, y comen mucho más rápido que de costumbre, llegando a una desagradable sensación de distensión abdominal. Incluso sin tener apetito físico, ingieren grandes cantidades de alimentos y luego se sienten culpables, deprimidos y asqueados de sí mismos. Los afectados por este trastorno a menudo evitan comer en compañía por vergüenza a comer mucho, tienen una baja autoestima, generalmente asociada a su peso corporal.

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